«El Beso» de Gustav Klimt es uno de los cuadros más emblemáticos del periodo Art Nouveau. Klimt pintó esta rica pintura al óleo con añadidos de platino, plata y pan de oro en 1907, en el apogeo de su «Periodo Dorado».
«El Beso» representa a una pareja envuelta en un abrazo amoroso en el típico estilo Art Nouveau. Este cuadro no sólo es el más querido y célebre de Klimt, sino también uno de los más controvertidos.
Una breve biografía de Gustav Klimt
En 1862 nació en Viena el artista austriaco Gustav Klimt. Su padre, un grabador de oro, era un inmigrante de Bohemia, y su madre, con talento musical, nunca realizó su sueño. La familia pasaba apuros económicos. Desde muy joven, Klimt demostró su talento artístico.
Siendo un adolescente, dejó la escuela y comenzó a estudiar en la Escuela de Artes y Oficios de Viena. Mientras estudiaba, Klimt aceptó de buen grado la formación clásica y conservadora, y centró su energía en la pintura arquitectónica. Mientras seguía en la escuela, el creciente talento de Klimt le valió varios encargos.
Tras su paso por la Escuela de Artes Decorativas de Viena, Klimt creó un estudio independiente dedicado a la pintura mural con su amigo Franz Masch y su hermano Ernst. Este trío dejó de lado sus preferencias artísticas personales para atender a la aristocracia y la alta sociedad vienesa. Gran parte de los primeros trabajos de Klimt con este trío, como sus murales en el Burgtheater de Viena, eran de un estilo de pintura académico típico del siglo XIX. Los tres artistas recibieron la Orden de Oro al Mérito en 1888.
En 1892, tras el prematuro fallecimiento de su padre y su hermano, Klimt comenzó a adoptar un estilo artístico más personal. Este nuevo estilo se basa en el simbolismo y en una amplia gama de influencias ajenas a su formación clásica. Alrededor de 1897, comenzamos a ver cómo surge el estilo maduro de Klimt, y crea la Sezession de Viena.
A principios del siglo XX, la Universidad de Viena pidió a Klimt que creara tres murales para su techo. Tras su inclusión en la exposición de la Secesión, el mural de Filosofía provocó un escándalo porque incluía imágenes figurativas oscuras y varios cuerpos humanos desnudos.
A pesar de la recepción negativa de gran parte de la obra de Klimt en esta época, también estaba alcanzando nuevas cotas de éxito. Durante la fase dorada de Klimt, a principios del siglo XX, realizó cuadros con muchos detalles en pan de oro y perspectivas bidimensionales. Fue en este periodo cuando Klimt pintó El beso.
En cuanto a la vida familiar, Klimt tuvo numerosas aventuras a lo largo de su vida, y se cree que fue padre de unos 14 hijos. En 1918, Klimt sufrió un ataque de apoplejía que lo dejó paralizado y hospitalizado. Durante la hospitalización, Klimt contrajo una neumonía y murió el 6 de febrero de 1918.
«El Beso» de Gustav Klimt: contexto histórico
Debemos explorar el contexto histórico en el que Klimt pintó esta controvertida y bella obra. Gustav Klimt tenía un enfoque vanguardista del arte y era miembro del movimiento secesionista. Klimt también fue pionero de un género artístico europeo llamado Simbolismo. El simbolismo compartía similitudes con los movimientos Art Nouveau y Arts and Crafts, especialmente los motivos místicos y un enfoque personal del arte.
Tras su salida de los círculos académicos, Klimt pintó tres murales para el techo del auditorio de la Universidad de Viena. Incluso en esta etapa temprana de su carrera, el pintor del beso recibió reacciones y críticas por el simbolismo erótico de su obra. A principios del siglo XX, los murales de Klimt, como el Friso de Beethoven (1902), se caracterizaban por unos patrones decorativos arbitrarios pero atrevidos que utilizaban el color, el dibujo lineal y el pan de oro.
Klimt pintó El beso (1908) durante su fase dorada. Durante esta época, también pintó varios retratos de mujeres vienesas de moda, como Adele Bloch-Bauer I (1907). Klimt trató las figuras humanas de estos cuadros como bidimensionales, y las rodeó de una decoración plana, de composición brillante y muy ornamental.
Durante su ilustre carrera, Klimt encontró muchos admiradores entre jóvenes artistas ambiciosos como Oskar Kokoschka y Egon Schiele. Estos artistas se esforzaban por expresar la crudeza de las experiencias y los sentimientos humanos. Klimt también tuvo varios oponentes dentro del establishment artístico austriaco como resultado de su desvergonzada exploración de la sensualidad y emocionalidad humanas.
Inspiración y trasfondo de «El Beso»
El motivo de dos figuras abrazadas era habitual en las obras de Klimt, especialmente en el Friso de Beethoven y el Friso de Stoclet, precursores de El beso. Hay un gran debate sobre la identidad de la mujer en esta composición. Algunos creen que la mujer puede ser Emilie Floge, una amiga íntima y compañera de Klimt. Otros piensan que se parece más a una modelo conocida como Hilda Roja, que posó para la Mujer con boa de plumas, el Pez Dorado y Dánae de Klimt.
Tras visitar Rávena, en Italia, donde vio los mosaicos bizantinos de San Vitale, Klimt compuso «El beso». Es posible ver la influencia bizantina en muchos de los cuadros de Klimt durante su Periodo Dorado. Para Klimt, la naturaleza bidimensional de los mosaicos no hacía sino realzar el efecto brillante del oro.
Muchos historiadores del arte creen que la influencia bizantina puede reflejar los movimientos de Klimt hacia una mayor estabilidad mediante el uso de formas inorgánicas y estáticas. El beso es el punto álgido de la fase dorada de Klimt. Junto con El árbol de la vida y El friso de Beethoven, esta pieza completa una alegoría que representa la unión del amor y la conexión erótica y espiritual.
Una mirada más cercana a «El Beso»
La pareja abrazada ocupa el centro de esta composición, con un fondo dorado oscuro y plano que los enmarca a ambos lados. A los pies de la pareja, podemos ver el borde de un prado florido bajo los pies descalzos de la mujer. Un vestido amarillo decorado con motivos florales orgánicos y formas circulares envuelve a la mujer. Los motivos florales continúan en su pelo, y el hombre lleva una corona de hiedra. Una túnica de color similar, con sutiles remolinos y motivos geométricos, cubre los hombros del hombre.
No podemos ver el rostro del hombre, ya que está inclinado, acunando el rostro de la mujer entre sus manos y besándola en la mejilla. La mujer tiene los ojos suavemente cerrados, con la cara vuelta hacia el beso y un brazo alrededor del cuello del hombre.
Hay varias teorías sobre la identidad del hombre y la mujer envueltos en un abrazo amoroso.
Algunos historiadores sostienen que esta composición podría recoger el beso entre Apolo y Dafne en el mito griego de las Metamorfosis. Aunque Dafne se transformó en un árbol de laurel para escapar del amor de Apolo, éste la sigue abrazando. ¿Quizás la abundancia de flores en la figura femenina sea un guiño a esta historia? Los pies descalzos de la mujer están plantados en la tierra, y unos delicados hilos dorados parecen sujetarla a ella.
Otros historiadores han sugerido que El beso refleja el momento en que Orfeo se vuelve para acariciar a su amor Eurídice mientras la pierde para siempre, del cuento de Eurídice y Orfeo. Muchos citan el aspecto ligeramente translúcido del rostro de la mujer como prueba de esta interpretación.
Podemos ver una clara dualidad entre lo masculino y lo femenino en este cuadro. La composición de las dos figuras, con el hombre de pie por encima, capta la fuerza masculina dominante, a veces prepotente. Los bloques geométricos afilados y bastante pesados de la túnica del hombre se hacen eco de esta fuerza. La figura femenina, arrodillada y rendida, y su túnica fluida y más orgánica, suavizan la composición y destacan la dualidad.
Los suaves círculos que giran y las líneas onduladas de la túnica de la mujer recuerdan al Árbol de la Vida de Klimt. Aunque los cuerpos desnudos de ambas figuras están ocultos por las túnicas, este cuadro está impregnado de una sensación de erotismo y sensualidad.
La importancia de la obra
El Beso es una obra increíblemente significativa por varias razones. No sólo es uno de los cuadros más venerados de Klimt, sino también un célebre ejemplo del movimiento Art Nouveau. No es de extrañar que El beso siga siendo uno de los cuadros más queridos de todos los tiempos.
Recepción de «El Beso»
Poco antes de pintar «El Beso», la serie de murales del Techo de Viena de Klimt había causado un gran revuelo en los círculos artísticos. Consideradas pervertidas y pornográficas, estas obras anteriores arrojaban una luz oscura sobre Klimt y sus opiniones antipopulares y antiautoritarias.
A pesar de esta reputación, «El Beso» fue recibido con mucho entusiasmo. El gobierno austriaco incluso compró el cuadro inacabado tras su exhibición en una exposición pública.
Significado estético de «El Beso»
Esta obra no sólo representa la cúspide del periodo dorado de Klimt, sino que también es una impresionante culminación de muchas de las huellas estilísticas más distintivas del artista. El uso de líneas finas, colores vivos y patrones intrincados y contrastados hacen que este cuadro sea inconfundiblemente de Klimt.
Líneas delicadas y finas
Las finas líneas utilizadas para construir las figuras humanas y los intrincados detalles que las rodean son característicos de Gustav Klimt. El dibujo limpio y hábil de Klimt se aprecia con mayor claridad en el delicado rostro de la figura femenina. Sus rasgos faciales son suaves y delicados, con una nariz cuidadosamente tallada, pestañas intrincadas y manos delicadamente dobladas.
A pesar de su claro talento, Klimt, como muchos artistas, no estaba seguro de su capacidad artística. Una vez dijo que, aunque cree que puede dibujar y pintar, y que otros también pueden hacerlo, no puede estar seguro de que sea cierto. Cuando miramos hoy El beso, no podemos estar más en desacuerdo con Klimt. Este cuadro es sin duda uno de los más famosos y celebrados.
Patrones intrincados y danzantes
Los elementos decorativos de este cuadro parecen no tener fin. Cada centímetro del lienzo está repleto de diferentes texturas y diseños decorativos. El estilo altamente decorativo de Klimt simboliza su rechazo a los confines de la tradición clásica. En El beso hay innumerables motivos, a menudo yuxtapuestos.
La túnica del hombre está adornada con un patrón geométrico de rectángulos, intercalado con los suaves remolinos que aparecen en muchos de los cuadros de Klimt. De hecho, muchos de los patrones utilizados en «El Beso» son motivos que Klimt emplea en toda su obra. La increíble atención de Klimt a los detalles se pone de manifiesto en el uso de bloques rectangulares y anillos radiantes, así como de cuadrados concéntricos y espirales.
Curiosidades sobre «El Beso» de Klimt
Hemos tratado gran parte de la historia y la importancia de este conocido cuadro. Sin embargo, hay algunos datos poco conocidos sobre la obra y el artista que nos parecen especialmente fascinantes y se suman a la rica historia de Klimt y su estilo único.
El precio
El precio que pagó el gobierno austriaco por el cuadro «El Beso» fue un récord y a la vez una increíble ganga. Cuando el gobierno austriaco compró El beso a Klimt antes de que lo terminara, pagó la cifra récord de 25.000 coronas por el cuadro. Hoy, esta suma se traduce en unos 240.000 dólares. En términos del mercado del arte actual, este precio puede no parecer tan impresionante. Sin embargo, antes de esta venta, 500 coronas era el récord del cuadro más caro.
Aunque el precio era alto a principios del siglo XX, hoy es relativamente insignificante. El Beso es un tesoro nacional austriaco, y es poco probable que el museo vienés se plantee venderlo. Si saliera a subasta, es probable que «El Beso» volviera a batir récords de ventas.
En 2006, el retrato de Adele Bloch-Bauer de Klimt se vendió por 135 millones de dólares, y en aquel momento fue el precio más alto jamás pagado por un cuadro. Sólo podemos imaginar lo que valdría en una subasta hoy en día.
«El Beso» es una amalgama de diferentes estilos artísticos
Ya hemos hablado de cómo el cuadro es un ejemplo del estilo Art Nouveau único de Klimt. Otras escuelas artísticas sirvieron de inspiración para este cuadro. Los mosaicos de los bizantinos inspiraron a Klimt el uso extensivo de pan de oro en esta época.
El estilo bizantino también influyó en el uso por parte de Klimt de formas bidimensionales que hacen resaltar el oro. Se cree que la composición de esta obra está inspirada en las estampas japonesas. Esta influencia también es evidente en muchos de los primeros cuadros impresionistas. La influencia de las Artes y Oficios se aprecia en el contraste de los motivos de los vestidos de la pareja.
El Beso se aleja de la obra anterior de Klimt
Klimt rara vez incluía figuras masculinas en sus composiciones, prefiriendo centrarse en el erotismo de la forma femenina. La inclusión de un hombre, a pesar de su rostro oculto, es una característica inusual en este cuadro.
Otra forma en la que este cuadro se aleja de la obra anterior de Klimt es en la vestimenta de las figuras. La desnudez de muchos de los cuadros anteriores de Klimt había causado conmoción y controversia, por lo que tener dos figuras completamente vestidas hace que este cuadro sea relativamente conservador. Tal vez esta modestia se deba a las últimas consecuencias de las pinturas del Techo de Viena.
Hay una moneda con el artista de «El beso», Gustav Klimt
En 2003, la Casa de la Moneda austriaca emitió una moneda de oro conmemorativa de 100 euros. En una cara de la moneda aparece el busto de Gustav Klimt y en la otra un pequeño grabado de «El Beso». Tanto Klimt como El beso son partes importantes y célebres de la historia de Austria, y parece adecuado que se conmemore de este modo el periodo dorado de Klimt.